PRUEBAS DE INTERPRETACIÓN

MONÓLOGOS DE AUTORES CONTEMPORÁNEOS

ACTOR

CARLOS: “Hola nene! Sí iré. ¿A qué hora quedamos? Coordino con Martí...

Se encienden un peta, pero yo digo que no quiero. Aparece ella con sus amigas.

¡Flipo! Es mucho más guapa que en las fotos y sus amigas son todas unas barbies. Están un poco nerviosas, supongo que por venir al parque o porque estamos nosotros. Estas chicas, no suelen venir al parque.

Se nota desde lejos que le preguntan “¿cuál es?”. El Martí, que es el único que sabe y le dije que no diga nada, también me pregunta “¿cuál es?” con lo que provoca otro corrillo en el lado delos tíos.

Pasamos a la batalla. Los embajadores de ambos bandos, valientemente, damos unos pasos al frente. A la vista de los dos ejércitos nos saludamos en el centro. Nos miramos. Tensión en el campo de combate. Dos besos y nos quedamos mirándonos. Nos sonreímos.

“ueeee” Se escucha de los chicos y las chicas ríen. Distensión y alegría en los ejércitos

Los dos nos sonrojamos y sonreímos. Le digo de ir a donde están los juegos para niños y nos sentamos en el medio de un balancín. Los chicos y chicas nos miran, hasta que Pep invita a las chicas a sentarse con ellos y les ofrece porro. Ellas dudan... no sólo nunca vinieron al parque, sino que nunca ningún desconocido les ofreció porro... 2 segundos de duda... y a los 10 minutos ya están todos con la pájara. No sólo nada de parque, nada de desconocido, sino que nada de nada de porros. Están a lo loco. Mejor, distraídos

Daniel J. Meyer – A.K.A (Also Known As)

ACTOR

ANTHROPOS, SEÑOR DE BELLVER: ¿Quién dijo que el poder regala?

Sólo una sensación innoble.

Soledad.

Rodeado de fieles, súbditos todos. Sombras.

Y en el centro yo.

Tan vacío como una caracola.

Oyendo sirenas que adulan. Acostándome con la traición cada noche.

¡Tan solo! A los ojos de todos, vacíos, pupilas sin tacto, Señor y dueño. De la nada.

Si yo pudiera librarme de este castigo que me ensalza.

Con el tributo de la paz me consolaría.

Entre fieras y hombres, obediencia.

Sin orgullo ni fiereza que les distinga.

¿Es que nadie va a agasajarme con un reproche?

¿Es que no hay palabras para la crítica?

O la adulación o el odio. Esta tierra no tiene templanza.

A los que me odian, los que me adulan preparan patíbulos.

Con la conciencia limpia de un buen servicio.

Sin contratiempos.

Ya nada será perpetuo.

Salvo la hora del abismo.

Cubriré las mejillas de mis hijos -bastardos- con el sonrojo de la muerte.

ACTRIZ

¿No bastan ya los llantos desconsolados de nuestras madres y las vuestras, que unidas, podrían salar con sus lágrimas los ríos de la Tierra entera?

¿No han gemido suficiente, ante los despojos carcomidos que la guerra les ha devuelto, cuando a ella entregaron sus hijos más fieros y robustos?

¿No han tejido suficientes mortajas, para cubrir los mares con la vergüenza de esta barbarie?

¿No os aplacan los rituales mortuorios que han teñido de oscuro la luz de nuestra isla?

Enemigos son-decís vosotros-.

Palabra cruel que habéis inculcado a vuestros sucesores, antes de que pudieran aferrar una espada.

Enemigos que como nosotros ansían el final y no saben pedirlo.

¿Habremos de vender nuestro futuro a la peste?

¿A la miseria y al cólera, gran legado para nuestros hijos?

Los enemigos -por si no lo sabéis-, creen en Dios.

No es el nuestro. Lo sé. Lo sabéis. Pero es un Dios.

Itziar Pascual – Fuga

ACTOR

HÉCTOR. - Trato de imaginar... Me digo: es un ser humano, alguien como yo, un hombre que... Imagino un antes y un después... Hasta un determinado momento, hacer algo así, aquello, la sola idea de... era... no sé: algo impensable para él. Incluso para alguien como él que, luego, un momento más tarde, sería capaz de pensarlo, de quererlo hacer, de hacerlo... (Pausa.) Pero antes no. Antes, me digo, era un hombre como yo, incapaz siquiera de... Sí, ya... no era su hija, no era Lucía, no era algo que has visto nacer, crecer, jugar, tener varicela, anginas, miedo, aprender a... Pero era... alguien, una persona, la... el... la vasija de una persona. (Pausa.) El templo de un espíritu. (Pausa.) Eso tenía que verlo... antes. Y luego hubo un después. Y algo cambió en él, y fue capaz de pensarlo, de hacerlo. (Pausa.) Ahí, en ese punto, ¿Qué pasó?, ¿Qué hubo?, ¿Cómo dejó de ser... humano? ¿Por qué?

ACTRIZ

MANUELA. - Y por eso la llamaban así, porque tenía que dormir entre los fogones y siempre iba sucia de ceniza... Y la madrastra le encargaba los peores trabajos, ¿eh?, los más duros, y las hermanastras lo mismo: que si límpiame esta enagua, que si cóseme esta falda, que si lávame las bragas... Y la pobre Cenicienta, dale que dale: lava y barre y friega y cose y plancha... Y luego, a dormir encima de las cenizas, para ir hecha una guarra... Como tú, que no sé dónde duermes, pero vas también... ¿El padre? Ni se enteraba. Todo el día de aquí para allá, doblando el espinazo delante de los jefes... ni se enteraba. Y que, además, la madrastra lo tenía encandilado, llenándole la cabeza de pájaros con las hijas y chupándole el sueldo para llevarlas hechas unas marquesas... De modo que la pobre Cenicienta... Pero, bueno: ¿te vas a quedar quieta o qué? Como sigas saltando así, se te van a... Y que me estás mareando, además... ¿Dónde estábamos?... Sí, conque un día dan el anuncio de que el rey va a hacer una gran fiesta para buscarle una novia al príncipe, que ya le tocaba casarse... ya estaba madurito para la cosa... y nada. Y no veas la que arman la madrastra y sus hijas. Esta es la nuestra, dicen. Cueste lo que cueste, de aquí emparentamos con la casa real... Y empiezan a sacarle al padre hasta el último cuarto que tenía ahorrado... Y a Cenicienta: todo el día cortando y cosiendo y bordando vestidos y perifollos para las hermanastras, que eran aún más feas que tú... ¿Qué no? ¿Tú te has visto bien? Una escoba pareces... ¿Qué no?... No me digas... A ver, a ver...

José Sanchis Sinisterra – Sangre Lunar

ACTOR

MARIDO:

No se preocupe, señora, que la llevaré donde desee… Por cierto, ¿adónde me ha dicho que deseaba ir? Si alguna de ustedes quiere que cambie de emisora sólo tiene que decírmelo… Y no se preocupen que nunca he tenido un accidente. Una vez solamente, hace muchos años, atropellé a un hombre solitario. Un caso de auténtica mala suerte: un dia de lluvia y niebla… Los semáforos averiados… Él que tenía mucha prisa… Yo que aún tenía más prisa que él… El caso es que al día siguiente cuando fui a visitarle al hospital, el hombre me agradeció cien veces haberle salvado la vida. ¿Lo decía en serio o aquel hombre estaba todavía bajo los efectos del “shock”? Al parecer la noche anterior, gracias a que estaba ingresado en el hospital se libró de morir aplastado por el derrumbe de su casa a causa de una aluminosis traidora. Todo hacía pensar pues que con mi atropello yo había cambiado el destino fatal de aquel hombre, hasta que unas semanas después el hombre murió igualmente de una infección hospitalaria. Pero no se acaba aquí la historia, cuando fui a dar el pésame a su hermana, me dijo que gracias al funeral de su hermano había aplazado las vacaciones y no había tomado un avión que se estrelló en la cordillera andina sin ningún superviviente conocido. Todo eso me lo contó cogida del brazo de su hijo que me miraba todo el tiempo con cara de resentimiento.

ACTRIZ

VECINA

Déjelo. Ya contesto. (Al teléfono) ¿Sí? (Pausa) Sí, soy yo. (Pausa) No tengo nada que decir. Yo a mi tía sólo la conocía de perfil. Me marché de Inglaterra muy joven. (Pausa) Eso no es asunto suyo ni de nadie. Lo que sí puede escribir en la sección de chismes del “Financial Times” es que soy licenciada en tres carreras, he hecho veintidós másteres, y hablo y escribo en cinco lenguas vivas y en dos muertas perfectamente, y sin embargo, no consigo encontrar trabajo ni de camarera ni de albañil ni de flamenca en toda la costa mediterránea, y encima están a punto de desahuciarme. Las únicas cosas que no he empeñado todavía son mi gata de angora y una peluca hecha con cabellos naturales de mi tía Margaret por la que ya se han interesado vivamente la galería Sothebyś de Londres y el gobierno chino. Así que si las cosas no se arreglan pronto tendré que subastar la peluca de mi tía al mejor postor. (Pausa) Pues no, y ya que ha sacado el tema, le recuerdo que mi tía Margaret en su época subastó medio imperio británico y como premio la nombraron baronesa, además de otorgarle la Orden del Mérito del Reino Unido. (Cuelga el teléfono. Al TRAVESTI) ¿Cómo me han llamado a su teléfono? No les habrá avisado usted…

Lluisa Cunillé – La calle Franklin

ACTOR

ÑIÑO. Pues el tío que le he robado esto, es un tío que me encontré en el metro y me pasó costo, sólo me cobró dos mil cien, joder, era de putísima madre, joder, qué mierda, se me ha acabado, es que tengo un amigo que me cae repelente asqueroso y se me fumó la mitad, ¡joder qué subnormal y el tío del metro nos llevó a su casa, joder qué casa joder, y allí nos duchamos porque hacía ocho días que no nos duchábamos mi amigo repelente y yo, y cuando nos duchamos vimos que el tío se ponía en pelotas en su cuarto y en su cuarto había una tía en pelotas y le dijo “¿quién son esos dos niños?” y él le dijo que veníamos a comprar costo y la tía se levantó en pelotas y entró en el baño, joder, tenía el coño muy negro, joder, y mi amigo y yo nos partimos el cuerpo de risa: resulta que la tía era la cantante de un grupo supercojonudo que se llama “Olor a Semen” que habíamos ido mi amigo y yo al concierto en las motos de unos colegas hace cuatro días, joder coño hostia puta qué casualidad, y ella dijo que éramos muy pequeños y yo le dije que si era la tía de “Olor a Semen” y ella dijo que sí y que cuántos años teníamos y tal y yo en pelotas le dije que molaba mucho su grupo y que trece, y luego entró el tío, que tenía un pollón así de grande, y fumándose un canuto nos dijo “vestiros y abriros de aquí”, y nos vendió el costo, sólo nos cobró dos mil cien y nos hicimos amigos, y como todavía nos quedaban seis mil setecientas ochenta de las dieciséis mil que mi amigo le había robado a su padre...

ACTRIZ

MUJER VIEJA. Me gustaba bailar el tango porque también odio a los hombres, yo también los odio; y cuando bailábamos, aquel pobre hombre tonto ni se daba cuenta. Y era feliz, el infeliz, porque creía que me estaba dominando. Se ha dicho siempre… que el tango es dominio del macho… y yo sabía que no, y allí mismo dejé plantado yo al mío, en la sala de baile, cuando quiso meterme la mano entre las piernas después de haber bailado su tango favorito (que era el que yo más detestaba). Pobre chico, ya no me acuerdo de su cara, sólo recuerdo sus manos peludas como orugas negras y el horror entre sus piernas. Pobrecito. El único hombre de mi vida, por suerte, el único. Nunca más volví a bailar con un hombre, nunca más… y eso que me gustaba el tango. Desde luego, qué cosa más rara… me gustaba el tango.

Sergi Belbel – Caricias

ACTOR

WALTER:

Mi madre sabía mucho más sobre las personas que Lorca o que Canetti... Lástima que yo lo haya entendido demasiado tarde... Mi madre era una campeona de la cabeza a los pies. Una mujer fuerte, con las manos lo suficientemente grandes como para sostener todo el desprecio del mundo... ¿Te acuerdas de ella? ¿Eh? Venía a todas nuestras movidas. Decía que eran muy raras pero que le hacían sentir cosas especiales... Cosas especiales, ¿lo recuerdas? Estos “chous” que hacéis, qué modernos que sois, por Dios… Por Dios y por la Virgen qué modernos…Postmodernos, mamá, postmodernos… Y bastante gilipollas… Decía “chous”, pobre… Son un poco raros, pero yo me lo paso muy bien, tenéis mucha gracia, me gustan vuestros “chous” … “Chous” no, Mamá, acciones poéticas… ¿Acciones patéticas, hijo mío? Poéticas, mamá, poéticas ¿No? Qué melancolía, ¿no? Mi madre venía siempre, la pobre... ¿Te acuerdas de ella?... Manos pequeñas...

ACTRIZ

MARIONA:

¿Por qué tienes tanta prisa? Gracias por haber venido, no sabes lo que significa... Quédate un rato. Me habría gustado presentarte a mis hijos... Están en casa de los abuelos, a Max le gusta ir, pero a Biel no demasiado, es muy sensible. Podríais hablar de muchas cosas, es un niño muy especial... Dice que de mayor quiere ser pensador... Tiene diez años. A veces me asusta cuando dice estas cosas, que le gusta mucho pensar, darle vueltas a las cosas. En su cabeza, dice. Pero no para embrollarse, dice que pensar sirve para tener esperanza, dice eso, sí, con diez años. Yo le digo que un niño a su edad debe tener mucha esperanza, que es lo normal, pero él dice que si piensa, entonces la esperanza crece, esperanza en qué, le pregunto. Dice que en la fuerza de las ideas. La fuerza de las ideas... Tiene diez años, no me digas que... No sé de dónde saca estas cosas, son muy curiosas, ¿no te parece? Me sabe muy mal todo lo que te ha pasado. Si necesitas dinero, podemos prestarte, si necesitas un lugar dónde vivir... Quiero decir donde estar solo... Un lugar confortable...

Victoria Szpunberg – Boys Don’t Cry